"Perspectivas pragmáticas: sociopolítica y juegos del lenguaje"
- Observatorio Pragmática
- 1 may 2020
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Reseña escrita por Laura Olvera
Datos bibliográficos:
Autores: Carlos-Germán van der Linde y Sebastián Alejandro González M.
Número de páginas: 140 páginas.
Editorial: Editorial Kimpres Ltda.
Edición: 1ª Edición.
Año: 2010.
El público al que va dirigido este libro es, principalmente, a lectores interesados en lingüística, pragmática y sociopolítica.
En este libro encontraremos una visión muy interesante acerca de la pragmática lingüística y su relación con el ámbito político y social. Pues como es sabido la pragmática busca el significado de los hablantes a través del uso de la lengua, de igual manera es por medio de ella que se puede conocer la intervención social del lenguaje, es decir la importancia del contexto. En estas páginas se presenta a la pragmática como un fenómeno sociopolítico.
En el capítulo 1, titulado “El método pragmático en lingüística filosófica”, se presentan algunas concepciones importantes de la pragmática, también se expone la noción de uso y sus elementos constitutivos, y a partir de esto se relaciona la pragmática con la concepción de Wittgenstein de los “juegos de lenguaje”. Se expone la “capacidad inferencial” propuesta por Gumperz, en su artículo “Communicative competence revisted” (1996), que dice que “está regida por habilidades cognitivas que comparten muchas características con la competencia gramatical. Se trata de procesos de socialización que, una vez interiorizados, se emplean automáticamente sin que exista una reflexión consciente” (10). Esto para después abrir paso a Wittgenstein con los “juegos de lenguaje” y su relación con la pragmática lingüística.
En el capítulo 2, “El juego como paradigma para el estudio del lenguaje”, se parte de que “la noción de juego resulta análoga a la de lenguaje” (35), relación que de acuerdo con los autores es paradigmática, esto quiere decir que constituye un “modelo descriptivo”. Así en las siguientes páginas de este capítulo se exponen y discuten las “reglas” del juego, las que pertenecen a la gramática, es decir el carácter arbitrario de los signos vs. el significado que se le da a estos (los signos) en su uso.
El capítulo 3, titulado “El tercer paradigma. Las relaciones sociales lingüísticamente mediadas”, continúa la explicación de los “juegos de lenguaje” pero ahora con la concepción de Rorty, quien dice que “tienen el propósito de desmitificar las proposiciones constatativas, que tienen “una relación causalista y dependiente con la realidad” (54). Asimismo se abordan los actos de habla, propuestos por Austin y Searle, quienes explicaban que pueden ser estudiados como herederos metodológicos de los “juegos de lenguaje” de Wittgenstein, pues son acciones lingüísticas (posiciones de juego) insertadas en el gran sistema que es la cultura, que enlaza lo verbal con lo extralingüístico.
El capítulo 4, “Pragmática y política de la lengua”, comienza con el supuesto de que comunicar es “decir algo a alguien”, para mostrar que el lenguaje no sólo satisface las necesidades de la vida social como medio para que los interlocutores se comprendan. El objetivo en este capítulo es problematizar lo anterior y caracterizar “en clave pragmática y política” los usos del lenguaje, tales como el contexto y las funciones sociales del lenguaje.
En el capítulo 5, “Normalización y diversidad lingüística. Por el uso menor de la lengua”, se contrastan los objetivos de la pragmática lingüística y de la sociolingüística para dar paso a la premisa de que “si el significado de las palabras y los enunciados nace en su uso”, esto es que debe dar cuenta de las condiciones que son externas a la lengua para conocer el uso preciso de los enunciados. De esta manera es como los autores en las siguientes páginas hacen una intervención acerca del uso de la lengua como si fuera, en términos políticos, un mercado en el que las palabras poseen un valor de uso en la medida en que satisfacen las necesidades de los hablantes.
Imagen tomada de Catálogo Virtual Aseuc

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